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A LOS ESTUDIANTES
LUIS G. URBINA 

 

Tomo la blanca fimbria de tu volante veste
!Oh Juventud! Que cruzas por mi sendero, y sigo
tus pasos que resuenan en el paraje agreste
de la existencia, como triunfal himno celeste:
mientras que en silencio te adoro y te bendigo
beso la blanca fimbria de tu volante veste.


¿A dónde vamos? Marcha; no importa; soy tu amigo
y se que adondequiera que tu la planta pones
un lirio brota. Buenos y nobles va contigo
tus ideales; llevan en alto los pendones,
y en medio de la sombra que a cada instante crece,
eres luz que llega, el día que amanece,
el astro que en el seno del nubarrón parece
un broche de oro y purpura en los crespones
de la borrasca.

 

Vamos : tu antorcha resplandece
en la tiniebla, y guía las liricas regiones
del bien, por un camino sin fin que se  oscurece,
y en medio de la sombra que a cada instante crece
tus ideales marchan en alto los pendones.

 

¡Oh juventud, que llegas! Cuando te sigo, aliento con tu calor
de nido mis esperanzas muertas;
¿A dónde vas? La curva de luz del Firmamento
brilla cual una fuente que lleva un pensamiento
muy grande , como un bravo cóndor de alas abiertas.


Y pasas. Y la gloria que abrió sus áureas puertas
sale a mirarte como virgen curiosa. Un viento
fragante hincha los rasos de tus sueños, ¿A dónde
vas, Juventud ?

Y un grito lejano me  responde:
“va a la suprema y santa veneración divina
de aquel hombre, que es símbolo, bandera, dios penate,
cuya memoria ofrece cual la sagrada encina
sombra, frescura, sueño y abrigo al que camina,
umbrías al que canta, y lanza al que combate.

 

¡Oh , si! Sublime Padre, que alzo su fuerte aliento
como un conjuro, para que ardieran las inciertas
penumbras  del abismo ; y al porvenir, atento
miro , con frente altiva , -prisión de un pensamiento
muy grande, como un bravo cóndor de alas abiertas.


La gran figura pasa; y sorprende, y fascina,
y  en prodigiosa nube, del fondo se levanta
del horizonte, y crece; la cólera divina
cual súbito  y callado relámpago ilumina
la faz de bronce. ¡Paella, tu gran figura santa!
¡Oh Padre! Te invocamos; la Juventud se inclina
para seguir el paso de tu radiosa planta;
eres bandera y símbolo ; como sagrada encina
das sombra al que te busca, abrigo al que camina,
lanzas al que pelea y nidos al que canta.


Tu eres la Patria, y eres la libertad, y eres
la aspiración eterna del amor: y eres mito
que sube de la informe montaña de los seres
como inmortal anhelo del bien a lo infinito .
¿Viniste? Si.-Nosotros sabemos que no mueres;
estas en la conciencia del pueblo que, en un grito,
te nombra en sus dolores, te aclama en sus placeres…
tu carne se ha disuelto, mas queda un granito.

Así te contemplamos; tu gran figura arranca
de lo ideal; ha tiempo reposas en el brazo
de aquella pensativa mujer, doliente y blanca,
que tu marmóreo cuerpo sostiene en su regazo.

Tu eres la patria, y eres la libertad , y eres
la inspiración eterna; sabemos que no mueres.


Y en torno tuyo ascienden la admiración y el canto,
y surge tu memoria triunfante del olvido,
y así es como pensamos : el padre esta dormido,
y así como le vemos en su sepulcro casto.

Mas… lo sabemos todos, cuando la Patria un día
convulsa y sollozante, te nombre en su agonía:
“Padre, despierta y óyeme” para vengar agravios
tú te alaxaras con esta pregunta entre los labios
“en ti soñaba; dime ¿Qué quieres hija mía?”.


¡Oh Juventud radiante, oh vida en primavera!
llegamos ya, derrama tus rosas y laureles
en el altar;  y henchida de beatitud, espera
a que en incienso suban las lamas de los fieles.
la religión más bella , la de la Patria, oficia
con sus serenos ritos  sublimes y profundos;
si todo se derrumba , y se humilde, y se desquicia,
quedan, sobre el escombro de soles y de mundos,
en pie, las tres deidades: amor, bien y justicia.

¡Oh Juventud!  En marcha, ya se que donde pones
la planta, brota un lirio; y en el paraje  agreste
de la existencia, corren tus liricas regiones,
suena a tu paso bélico triunfal himno celeste ,
los ideales nobles y buenos, van conmigo,
y en tanto que tus huellas con reverencia sigo
beso, en la blanca fimbria, tu voladora veste.

 

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