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Henri Bergson y su teoría 
del conocimiento intuitivo
Ángel Trejo

A caballo de la bipolaridad, la ambigüedad y la contradicción frente a la dicotomía 
materialismo– idealismo, el escritor francés Henri–Louis Bergson (París 1859–Auteuil 1941) 
formuló una teoría del conocimiento que presumía conciliar las dos escuelas filosóficas: 
la intuición. Aunque no necesariamente opuesto al conocimiento racional o científico –el cual es 
analítico, pragmático y tiende a modificar la realidad exterior– el conocimiento intuitivo surge de la 
percepción directa, inmediata y libre de la realidad externa y el sujeto. La intuición, decía Bergson, es 
la “visión del espíritu por parte del espíritu” que recupera dimensiones de la realidad que la conciencia 
racional no alcanza a comprender por los excesos o limitaciones de su “idealismo científico”. Apoyada 
en propuestas no idealistas sino pragmáticas o científicas como las de Charles Darwin, Herbert 
Spencer y August Comte, la obra de Bergson derivó en un teorema híbrido que en su momento resultó 
impactante y atractivo porque mezcló ciencia, filosofía, historia y psicología, algo muy parecido a lo 
que estaba haciendo Sigmund Freud en la psicología esa misma época. Su teoría del conocimiento 
intuitivo o simpático no fue su única aportación, ya que su obra filosófica abarcó más de una decena 
de libros (Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia, La risa, Materia y memoria, La evolución 
creadora, La intuición filosófica, entre otros) que lo hicieron merecedor del Premio Nobel de Literatura 
de 1927.
En Las puertas de la percepción, el escritor británico Aldous Huxley hizo un resumen muy breve 
y puntual de la teoría del conocimiento intuitivo de Bergson, en el cual se destacó que uno de sus 
mayores aciertos consistió en advertir que la conciencia es “eliminativa” o selectiva porque 
“cada persona, en cada momento es capaz de recordar cuanto le ha sucedido y de percibir 
cuanto está sucediendo en cualquier parte del universo. La función del cerebro y del 
sistema nervioso es protegernos, impedir que quedemos abrumados y confundidos 
por esta masa de conocimiento en parte inútil y sin importancia, dejando fuera la 
mayor parte de lo que de otro modo percibiríamos o recordaríamos en cualquier 
momento, y admitiendo únicamente la muy reducida y especial selección que 
tiene probabilidades de sernos prácticamente útil. Conforme a esta teoría, 
cada uno de nosotros es potencialmente inteligencia libre. Pero en la medida 
que somos animales, lo que nos importa es sobrevivir a toda costa. Para 
que la supervivencia biológica sea posible, la inteligencia libre tiene que 
ser regulada mediante la válvula reductora del cerebro y del sistema 
nervioso”… En este resumen de Huxley se aprecia que la intuición, 
además de ser otra forma de inteligencia humana “instintiva” o natural, 
es también inconscientemente pragmática.

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