

Para crear al hombre nuevo

PROYECTO EDUCATIVO
EL BUEN MAESTRO
ENRIQUE GONZÀLES MARTÌNEZ
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¿Qué pupilas absortas, en el solemne y grave
misterio de la muerte, vieron pasar su nave?
¿Qué espíritus fraternos, en la penumbra quieta
de un pálido crepúsculo, sonríen al poeta?
¿Qué manos, hoy vaga por sendas milagrosas,
aportan sus ofrendas de nardos y de rosas?
¿En que visión se sacia, en que corriente abreva
los labios que ya cantan la jubilosa nueva?
Sin terrenales trabas, y roto ya el pequeño
valladar de la carne, hoy se abisma en un sueño.
Ya sabe que no en vano siguió por el camino
trazado por el dedo de un glorioso destino,
y en el postrer peldaño de una mística escala,
en un cansancio heroico, vino a plegar el ala.
Siempre llevo en la mano su lámpara encendida,
esquivando ir a tientas a través de la vida;
cruzo con firme planta por valles y llanuras,
los ojos siempre fijos en vértices y alturas,
pase por el mundo un vasto pensamiento
alado y tembloroso como flámula al viento,
y fue a contar al alma callada de las cimas
el tormentoso y ubico de sus rimas.
Y cuando ya volvía de sus cimas montañosas,
de dialogar con riscos, de vivir con , montañas,
bien nutrido de fuerza, de silencio y de asombro,
con su nimbo en la frente y su laúd al hombro
aun ardía su lámpara… No vino con el yerto
animo de apóstol a decir: Dios ha muerto .
Su esperanza y su sueño no sufrieron mudanza;
la cumbre dejo incólumes el sueño y la esperanza.
Fue sabio … Solo es sabio quien ahonda y penetra
el alma de lo escrito, desdeñando la letra,
y el trabajo de sus noches de insomnio silenciosas,
amor para los hombres, piedad para las cosas.
Bajo de las alturas con la simiente sana
cosechada en sus horas de inmensa angustia humana,
y la rego a los vientos sin cuidar se caía
el grano fecundamente de su sabiduría
sobre la tierra próvida, sobre cadente arena…
¡Fértil o yermo el campo, la simiente era buena!
tuvo la fe que salva, la fe que vivifica;
no el soplo que derrumba, sino aquel que edifica;
y tuvo fe en su dogma porque era planta noble;
como laurel florida, y fuerte como un roble.
Tuvo fe que triunfa, y no temió que un día
la racha destructora de la humana osadía
fuera a cortar el tallo, a deshojar las rosas
o a tapizar el suelo de plantas ponzoñosas…
Los gérmenes que supo bajar de la montaña
viven intensamente y ahogan la cizaña.
Fue bueno…Siempre tuvo una flama encendida,
un Dios, una bandera que agitar en la vida,
y una mirada honda, con avidez inquieta
de reflejar las cosas, como todo un poeta.
y fue su propia vida como la limpia fuente
que en el boscaje ríe y llora mansamente,
y va mojando el césped y va copiando el cielo;
esa que va cantando su vida en cada gota
que de las viejas abras de los peñasco brota;
la que se da propicia a la sed anhelante
de la silvestre rosa que columpia en la orilla
su fresco olor de gracia y su beldad sencilla…
¡Bendigante los hombres, oh corriente serena
que al labrador que torna de la áspera faena
le das el agua limpia cuya frescura calma
al par la sed del cuerpo y la avidez del alma!
Una tarde el poeta rememoro su monte;
vio la llanada exigua, estrecho el horizonte
y sintió la nostalgia de los viejos caminos,
de las nieves en calma, del olor de los pinos,
el temblor religioso y la mortal pavura
de estar abajo, el ansia de tornar a la altura…
Y en un esfuerzo púgil, en un ferviente anhelo,
torno a sus soledades recobro su vuelo.
hoy sabe que no en vano siguió por el camino
trazado por el dedo de un glorioso destino,
y en la postrera linde de místicas escalas,
en un cansancio heroico deja caer las alas .