

Para crear al hombre nuevo

PROYECTO EDUCATIVO


¡En defensa de la educación pública en México!
Alondra Méndez Betancourt
“Hay que oponerse a la absurda idolatría
de este mundo, asumir audazmente la posición
de la “humanidad pensante” y colaborar
con el nacimiento del nuevo mundo
que va madurando”.
-El filósofo de Tréveris
Este 15 de mayo, día fijado para celebrar el “Día del maestro”, el magisterio nacional no tiene nada que celebrar: la Reforma Educativa acordada en el Pacto por México, que suscribieron los partidos políticos que se reparten el poder en México (PAN, PRI, PRD) y que oficializaron los gobernadores y los congresos locales de todos los estados y el Distrito Federal, los condena al desempleo, la pérdida de las conquistas laborales y la seguridad social, jornadas extenuantes para los que conserven el empleo, etc. Aún más, muchos de los que hoy son profesores y van a ser homenajeados por los estudiantes y padres de familia en sus respectivas escuelas, en el próximo ciclo escolar tal vez ya no lo sean. Así de grave está la situación.
En 1917, los diputados Benito Ramírez y Enrique Viesca Lobatón propusieron al presidente Venustiano Carranza el establecimiento de un día para rendir homenaje a los trabajadores de la educación, acordándose fijar el 15 de mayo como “Día del maestro”, fecha en que también se celebra la Toma de Querétaro de 1867, “…acto final del gran drama nacional que implicó la consolidación de la soberanía nacional” (p. 112, del Diario Oficial de la Federación del 13 de mayo de 2005).
Los tiempos han cambiado y, ahora, sobre el país se cierne un gran drama nacional por las implicaciones que tiene la Reforma Educativa.
De ser reconocido como el formador de conciencias, promotor de valores y transmisor de la ciencia, el magisterio se ha convertido, por obra y gracia del Estado y de los serviles medios de comunicación, en el gran villano nacional: se le culpa del enorme rezago educativo que vive el país, de los pésimos resultados obtenidos por los estudiantes mexicanos en la prueba aplicada por la Evaluación Nacional del Logro Académico en Centros Escolares (ENLACE), de la deficiente calidad de la enseñanza, del antepenúltimo lugar ocupado por México en aprovechamiento educativo entre los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), etc. De todo el desastre educativo nacional se culpa al maestro.
Y todos los poderes de la nación, fácticos y oficiales, inflamados por el noble propósito de elevar la calidad de la educación en en el país se lanzaron a una cruzada nacional contra el magisterio en nombre del pueblo de México.
Con las reformas a la ley de educación, han decidido desmontar la estructura educativa del país y crear una nueva a la medida de sus intereses. El examen de ingreso a la función magisterial para “seleccionar a los mejores”, es el subterfugio perfecto para eliminar puestos de trabajo y derechos laborales de los trabajadores de la educación; recontratar a todo el personal docente y administrativo en condiciones que suprimen los derechos de antigüedad y seguridad social, etc. La extensión de la jornada laboral se justifica con las pretendidas escuelas de tiempo completo que proyectan extender los horarios de trabajo en preescolar a 7 horas, en primaria a 8 y en secundaria a 9.
Y todo esto con el mismo personal recontratado. Ya encarrerados, declaran que “…se contempla el fortalecimiento de la autonomía de gestión de las escuelas para resolver los problemas de operación básicos, con el fin de mejorar su infraestructura, comprar materiales educativos, resolver problemas de operación básicos dirigidos por el director de la escuela, con ayuda de los padres de familia, maestros y alumnos en la resolución de retos”. El costo de los problemas de operación básicos y no tan básicos, va a recaer como un fardo sobre las espaldas de los padres de familia y de los ¡maestros! Pero quien desee trabajar en las nuevas condiciones planteadas por el Pacto por México tiene que doblegar la cabeza y aceptar; no hay de otra.
Y llegado a este punto, se imponen las siguientes preguntas: ¿y de veras creen los promotores de la Reforma Educativa que empeorando las condiciones de trabajo de los maestros (más horas de trabajo, menos salario y cero prestaciones) y manteniéndolos en la zozobra laboral van a lograr que mejoren su rendimiento en las aulas? ¿Y a los padres de familia por qué los meten en la Reforma; por qué les imponen la responsabilidad de resolver los problemas de infraestructura de las escuelas y los problemas de operación básicos, condenándolos de antemano a pagar cuotas más elevadas por una educación que la Constitución General de la República define como pública? ¿Será posible que no se den cuenta de que con tales medidas lo único que van a lograr es el empeoramiento de la educación pública en el país? Y la respuesta debe ser contundente: claro que sí se dan cuenta, pero en el fondo, a los verdaderos dueños del país les tiene sin cuidado el nivel de la educación pública en México.
La reforma educativa es realmente parte de un plan para reducir al máximo la cobertura de la educación pública, eficientar la ya existente, y ceder el lugar a la educación privada. Vamos, pues, hacia la privatización de la educación en México.
El magisterio nacional está obligado a reflexionar profundamente sobre las nuevas condiciones históricas que está viviendo; de ser objeto de homenaje en 1918 ha pasado a ser objeto de ataque en este 2013. Pero su papel de educador, promotor de valores y formador de la conciencia entre el pueblo de México no ha terminado; ahora más que nunca debe entender que su destino está ligado al pueblo pobre de México. Y debe redoblar esfuerzos para combatir al capital con sus propias armas y con sus propios argumentos.
Al pueblo también le conviene que a sus hijos se les brinde una educación de calidad, que esté al nivel de la que se imparte entre los países más avanzados de la OCDE. Pero mientras no se eleven sus condiciones de vida, mejorando radicalmente sus ingresos salariales, gozando de un trabajo fijo y bien remunerado, contando con vivienda y salud dignas, disfrutando de bienes y servicios en sus colonias y comunidades, etc., no va a ser posible elevar el aprovechamiento académico de sus hijos. La erradicación de la pobreza del pueblo es condición indispensable para elevar la calidad de la educación pública. Y de ella no hablan nada los reformadores sociales, ocupados en idear mecanismos que le permitan al Servicio de Administración Tributaria (SAT) condonarle a la televisora más influyente del país 3 mil 334 millones de pesos, equivalente a la construcción de 9 mil 525 aulas totalmente equipadas.
Por eso el magisterio nacional debe unir su destino con los pobres de México, ayudando a organizarlo, a educarlo políticamente y enseñándole a luchar, para juntos hacer efectiva la demanda que hoy es esgrimida por el capital para someter a todo el profesorado del país: la calidad de la educación en México. Sólo así podremos frenar la brutal agresión del capital contra el ejercicio de nuestra profesión.
Hoy más que nunca se impone, también, que se implemente a todos los niveles el “Proyecto Educativo para crear al hombre nuevo” creado por Antorcha Magisterial, herramienta teórica y práctica, diseñada para atacar el flagelo del rezago educativo en nuestro país.
Los verdaderos educadores del pueblo pobre sí tenemos motivos para festejar el Día del Maestro este 15 de mayo: festejemos convirtiendo este día en una jornada por la defensa de la educación pública en México.