En el capitalismo todo se convierte en mercancía y la educación no escapa a esta ley; este hecho se hace más evidente cuando se trata de la educación superior, que se ha convertido en un artículo de lujo al que sólo pueden acceder los estratos de mayores ingresos y que está vedado a las grandes masas de la población.


La demanda de educación superior en México ha crecido inconteniblemente en las últimas décadas y la necesidad de instrucción se siente entre los jóvenes cada vez con mayor fuerza; frente a esta demanda, el sistema ha demostrado su incapacidad para ofrecer sitio en las universidades públicas y gratuitas a miles de jóvenes, que se ven así excluidos ante la imposibilidad de pagar el costo de su formación profesional.

​

En consecuencia, año con año crece el número de bachilleres que aspiran a ingresar a las instituciones públicas de educación superior y que son rechazados no por deficiencia académica, sino por falta de cupo. Ya suman cientos de miles los estudiantes rechazados que anualmente ven truncadas sus aspiraciones a causa de la deficiente política educativa del Estado y ante la falta de recursos econó-micos para financiar su propia carrera.


Esta insatisfecha demanda de opciones de educación superior, aunada a la renuncia del Estado mexicano a encargarse de la misma, propició la penetración del capital privado en este nivel educativo, a fin de quedarse con las jugosas ganancias que les reporta la venta de esta mercancía, además de obtener otras dos grandes ventajas:


La primera consiste en el adiestramiento de mano de obra suficientemente calificada para cada una de las ramas de producción, cantidad de profesionistas y técnicos que está determinada por el mercado correspondiente: si éste, en un momento dado, requiere contadores y administradores, hacia allá encauzará a buena parte de los aspirantes, cuenta para esto con ingeniosos medios publicitarios y económicos, por ejemplo, oferta de mejores sueldos; lo mismo sucede si las necesidades del capital exigen la formación de ingenieros, médicos, agrónomos, químicos, profesores, etc.


La segunda gran ventaja que obtiene el capital con este modelo educativo reside en que, al encargarse del diseño de los planes de estudio, incide en la conciencia de los jóvenes, impidiendo que en ellos despierten inquietudes inconvenientes para la ideología dominante en el sistema, que puedan acarrear situaciones en las que peligre el control del gran capital.


Frente al fracaso evidente de este modelo educativo y ante la necesidad estudiantil que aflora en forma de movimientos, luchas y protestas, una verdadera reforma educativa debe contener un elemento esencial: que el Estado garantice la educación superior gratuita e integral para todos y cada uno de los jóvenes que egresen del nivel medio superior; pero de esto nada se dice hasta ahora.


De esta renuncia del Estado a ocuparse de la formación profesional de la juventud mexicana, entregándola como un jugoso negocio a los empresarios nacionales y extranjeros; y de la tendencia neoliberal a convertir la educación superior en simple capacitación para el trabajo, dejando de lado la formación integral y humanística de los estudiantes, se dan pruebas esta semana en el reporte especial de buzos.
www.buzos.com.mx