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IX. SALARIOS Y ESTÍMULOS.

Todo lo dicho hasta aquí nos lleva de la mano a la conclusión obvio (aunque no única, desde luego) de que resulta indispensable mejorar, y de modo sustancial, suficiente, a la altura de las exigencias que eles plantea una verdadera revolución en la calidad educativa del país, la remuneración económica de los docentes. Los reiterados y bien conocidos fracasos de intentos anteriores en el mismo sentido, no dejan duda de que si no se atienden en serio este factor esencial del proceso, iremos a para irremediablemente al mismo atolladero: el maestro, acuciado por la necesidad de aportar día a día un gasto familiar decoroso, que se incrementa, además, irremediablemente cuando llega el momento de mandar a los hijos a la universidad, cuando se presenta alguna enfermedad esperado o inesperada, etc,  prestara más atención a obtener un segundo y hasta un tercer empleo, sea el que sea, para complementar el gasto familiar que a su tarea pedagógica y académica, a pesar de todo su compromiso con la elevación de la calidad educativa. Nuestras proposiciones concretas para atender este importante aspecto de la cuestión son las siguientes:



 

a) Diseñar y somete a la aprobación de los propios  interesados una política salarial y de prestaciones que resuelva de raíz necesidades básicas del maestro tales como vivienda, salud, alimentación, educación, trasporte y recreación .


b) Teniendo como base la puesta en práctica de la mencionada política salarial y de prestaciones, proponemos que cualquier incremento salarial futuro quede sujeto estrictamente a los resultados del docente en su desempeño profesional cuya evaluación deberá hacerse previa comprobación de que ha sido correcta y puntualmente ejecutado el programa institucional de estímulos a la calidad docente, es decir, que dicho programa cuanta con reglas precisas y claras para su manejo y aplicación y que se encuentra a salvo, por tanto, de discrecionalidades abusivas, amiguismos y manipulaciones políticas ajenas a los criterios estrictamente académicos.


c) Garantizar que el maestro cuente siempre, aun en las poblaciones más alejadas y de difícil comunicación (y con particular empeño en estos casos) con facilidades elementales como casa del maestro, trasporte seguro, cursos de preparación y actualización, un bono al salario, becas para sus hijos en caso de así requerirlo, ayuda suficiente para casos de enfermedad, condiciones mínimas para el descanso y la recreación. Todo esto , que alguien pudiera parecerle excesivo, tienen una finalidad precisa que no se aparta del propósito básico de elevar la calidad educativa en el país: lograr que el maestro , alejado de su familia más cercana, de su círculo social tradicional, quizás incluso imposibilitado de ejecutar usos y costumbres de toda la vida al ser trasplantado a un medio social extraño en principio, se arraigue firmemente en su comunidad y permanezca en ella el tiempo necesario para cumplir a cabalidad la tarea educativa y social que se le ha encomendado.


d)
Urge diseñar y poner en práctica un nuevo programa de jubilación expedito, sin trabas burocráticas artificiales, que le garantice el retirado el salario completo que debe incluir lo logrado con la carrera magisterial y , cosas indispensables y de la mayor importancia, que  este sujeto a los mismos incrementos que el salario de los maestros en activo. Se exigirá, desde luego, que quien solicite su jubilación cumpla cabalmente con los requisitos exigidos por la normatividad que se apruebe para el caso.


e) Para todos aquellos que, no habiendo podido reunirnos requisitos legalmente exigibles hayan llegado ya, sin embargo, a una edad biológica que les reste flexibilidad física e intelectual para el buen desempeño de las tareas exigidas por la nueva política educativa, proponemos un programa de asignación de asesorías para reforzar el trabajo docente allí donde su experiencia y conocimientos acumulados resulten necesarios a sus compañeros más jóvenes y a los propios educandos.


f) También proponemos la aprobación de un “bono de retiro” cuyo monto debe ser equivalente al producto de multiplicar el sueldo base por los años de servicio del trabajador.


g) Consideramos justo y necesario un incremento sustancial al seguro de vida del maestro, un programa de becas para sus hijos en edad d estudiar mima que una vez asignada, beberá, mantenerse, sin necesidad de cubrir nuevos requisitos, hasta la culminación de una carrera profesional y , en su caso de deceso del cabeza de familia, esta pueda sobrevivir con dignidad y cumplir las metas de vida a las que tienen derecho sus miembros jóvenes en proceso de conformación.


h) Proponemos, finalmente un incremento automático de prestaciones tales como aguinaldos, seguros, primas vacacionales, jubilaciones, etc.

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